ALGUNOS CONSEJOS PARA VALORAR LAS TELAS
La tela base: La clave para no equivocarte a la hora de vestir un ambiente es elegir primero la tela base; es decir, la del mueble principal y más voluminoso que es por lo general el sofá. Siempre es mejor optar por una tela lisa como base, que abra el juego para combinarla con otras piezas de mobiliario o con detalles de diferentes colores y estampados.
Elegir el color: Al entrar en una habitación, la primera sensación que recibimos se asocia al efecto del color predominante. Así, la combinación de telas en blanco y azul suele tener un efecto fresco, limpio y relajante; los tonos cremas y amarillos por lo general resultan alegres y luminosos; los tostados y crudos (especialmente en tejidos como linos) transmiten naturalidad; marrones y verdes, en tapicerías y cortinas, crean atmósferas más sofisticadas.
Unificar los ambientes: Para ganar sensación de orden y conseguir una casa más serena, es recomendable buscar un hilo conductor que unifique las telas de toda la casa. Si optas por el color, elige una base lisa. Si prefieres repetir un estampado, opta por uno discreto y pequeño (flores, cuadros, cenefas). Lo más sencillo, sin embargo, es elegir una textura (es decir, un tipo de tejido) y jugar con diferentes tonos para personalizar cada habitación.
Potenciar habitaciones amplias: Para que un espacio grande se vea más acogedor puedes vestir las ventanas con juegos de cortinas y estores, elegir tejidos aterciopelados o apostar por las tapicerías oscuras, siempre dentro de una paleta cálida de tostados, rojos y marrones.
Ampliar espacios pequeños: Elige telas lisas o con motivos pequeños. Las cortinas de texturas ligeras, como organzas, voiles, batistas, seda y lino, resultan perfectas para rescatar la luz natural, y por tanto, para ampliar visualmente el espacio. Las telas lisas en tonos piedra y crudos son ideales para conseguir ambientes despejados y crear sensación de mayor amplitud.
Para ganar profundidad: Lo mejor es jugar con diferentes planos de color. Para un salón distribuido en “U”, coloca una tapicería más oscura en el sofá del fondo y tapiza con telas más claras las butacas o los sillones de los laterales. Así aporta más sensación de amplitud. Tapizar pequeñas piezas (taburetes, pufs) con telas estampadas también ayuda a enriquecer el espacio.
Lograr calidez: Uno de los recursos más habituales es elegir tejidos suaves y amables al tacto, como el chenille y el terciopelo para las tapicerías, y el lino mezclado con seda, muselina o voile para las cortinas y visillos. El color también es fundamental a la hora de “abrigar” un espacio: un fondo crema o crudo salpicado de detalles tostados o anaranjados es una apuesta segura para crear un ambiente acogedor.
Asegurar resistencia: En una casa con niños pequeños o con muchos miembros de familia, lo prioritario es elegir tejidos resistentes y prácticos. Es mejor no optar por materiales naturales 100%, ya que son más delicados. Las fundas de tapicería en chenille o terciopelo, son perfectas, porque se pueden lavar en casa y resultan muy fuertes.
Texturas que decoran: En un espacio pequeño o con poca luz, lo mejor es que todas las telas sean lisas. Para que no quede aburrido, se puede combinar telas texturadas (con relieves o bordados) y de diferentes tactos.
Secretos para un mejor aprovechamiento
En términos generales, se calculan entre 10 y 12 metros de tela para un sillón de dos plazas, mientras que uno de tres plazas demanda entre 14 y 16 metros. Para un taburete se requieren 2 ó 3 metros de tela. En el caso de una silla harán falta unos 80 centímetros si se retapiza solamente el asiento, y alrededor de 1 ó 2 metros si también se tapiza el respaldo. El cálculo se debe ajustar según el estiramiento del género elegido o si son estampados o con motivos.
La durabilidad del tapizado depende de las telas que se elijan. La clave es que sean resistentes y compactas.
Deben descartarse aquellas que al tensarlas se deforman o si se produce una apertura de la trama de hilos. Existe una amplia gama de géneros prácticos, durables y fáciles de mantener, como por ejemplo, los chenilles o panamás. Son tejidos con texturas fuertes y más sufridos que los lisos, como sedas o satenes, que absorben las manchas rápidamente y dejan aureolas visibles.
Muchas telas ya salen de fábrica con algunos tratamientos químicos que facilitan su limpieza y aumentan su resistencia. Los tratamientos más frecuentes son contra el fuego, las manchas y las arrugas. Estos tratamientos pueden aplicarse sobre cualquier tipo de tela. Son ideales para las casas donde hay chicos.
Es bueno saber que el grosor de una tela no garantiza su calidad y resistencia. Para ello siempre es recomendable el asesoramiento de un experto ya que la composición de los géneros y el tipo de tejido es lo que define suduración a lo largo del tiempo y las condiciones de cuidado y mantenimiento.